13 de noviembre de 2014

CALENDAS BLANCO 2014.




"Siempre hay una luna aunque no la veamos"





Me vas a permitir que esta vez no te hable de la notas herbáceas de este vino, de ese suave toque a moscatel que tan difícil es de ajustar, no en esta añada sino en la evolución en los próximos años, de ese ribete plata, de la renovación en el diseño de la etiqueta de calendas, de lo seco que es, del aroma a piña, a cítricos, de ese punto de viura que ahora no despunta, de que le falta un poco de reposo, de que me da que..,esto pinta a bestseller de blanco navarro de este año.

Este es un vino de mi querida Adriana Ochoa,  de esa enóloga que un día, un buen día, tuve la suerte de conocer. Calendas roble cuenta mucho de esta familia, lo justo, en ese estilo cercano, sincero y afable que acostumbran gastar.

Pero...con su punto, con su saber contar, gracioso, cercano, cuando debe o cuando puede. Desde la uva, sin avasallar, con una herencia silenciosa, trabajada cosecha tras cosecha.

Es un blanco limpio, sincero, ligero, agradable, como cuando de pequeños comíamos moscatel verde de esos racimos en huertas y linderos prohibidos.

Hoy no hay foto del vino, de la copa, hay foto de la etiqueta de una frase que cuenta mucho de Adriana, de la familia Ochoa "siempre hay una luna aunque no la veamos".




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